
Uno de estos grupos urbanos, quizá el más pintoresco, llamativo y popular, son los Emos: individuos que se caracterizan por sus ideas mustias y su carácter parco, además, claro, por andar vestidos de negro –hasta en la canícula, por Dios- y tener ese peinadillo con raya al costado y cubriéndoles un ojo.
Nada contra ellos, tienen su vida, sus ideas y cada quien es dueño de su propia confusión. Sin embargo, me siento en la necesidad abrumadora de dejar en claro que yo no formo parte de esta secta de pintorescos personajes de carácter triste.
Toda la vida, desde que tengo vida propia y mamá dejó de someterme a la cruel humillación de mandarme al colegio con el cabello cortito y peinado con una raya horrorosa que rozaba mi oreja izquierda, he usado el pelo así, semi largo y con un cerquillo que me dibuja como un tontuelo –eso lo sé-, siempre me gustó andar así –y me gusta y me gustará-, pero desde la llegada de los emos, he pasado a formar parte involuntaria de dicho grupo, me he convertido en un representante de ellos en la universidad, en la calle, en mi casa, con mis amigos, en fiestas, en reuniones sociales, plazas y parques y en todos lados.
Al principio me causaba gracia, sonreía al escuchar que me preguntaban si yo era Emo o si lo afirmaban rotundamente, pero ahora, después de largo tiempo de paciencia –empresa que no me caracteriza-, ya me parece un comentario con mala leche y divorciado de la realidad.
Entonces, aprovecho la ocasión para decir: no soy emo, ¿ya? Llevo el cabello así porque me gusta y punto (claro que hacérselo entender a todo el mundo sería utópico), y dejo en claro también que no me cortaré la melena para evitar que me espeten esas diatribas infundadas que me suelen alcanzar algunos conocidos: Emo, emaso, emo-frustrado, los fans de megadeath te matan si te ven, etc.
Gracias por la comprensión y desde aquí un saludo a todos los emos que pululan afligidos y macilentos por nuestra Lima alienada, todo mi cariño y mi ferviente deseo por que sean ellos quienes cambien de look pronto, en la brevedad posible.