martes, 21 de octubre de 2008

Escenas piratas.

Es sábado por la tarde, he cerrado el libro que estaba leyendo la ultima hora y media. Me estiro malamente y luego quedo algo desorientado, no sé que hacer. De pronto siento que quiero ver una película o algo así, declino a la idea de ir al cine, más por flojera que por vergüenza a ir solo, decido finalmente ir al mercado cerca de mi casa y comprar alguna película en dvd pirata.

Cerca de la plaza del mercadillo pobretón de Magdalena encuentro un puesto-ambulante-furtivo atestadode cajas de dvds, tres pundonorosos muchachos atienden a cuatro gatos que atisban de soslayo los títulos improbables de las películas de moda. Me acerco al mostrador y un mofletudo joven se me pone en frente.
-¿si, chino, alguna peliculita? – me dice apurado.
-Sí, claro – le digo -. Tienes…- me quedo pensando en alguna película y no se me viene nada a la mente.
-Tengo todo chino – me informa el vendedor – Toma acá hay un catalogo de las películas que tenemos – añade y me alcanza un voluminoso álbum fotográfico.
Empiezo a otear lentamente las páginas del catálogo, figuran películas de moda y también algunas antiguas, ninguna me llama la atención. Mientras tanto, el gordo vendedor –que parece ser el dueño de la tienda- empieza a incentivar a sus trabajadores para que laboren más rápido, los palmotea, les dice: menudea oye, menudea; y a la vez él atiende a otros parroquianos que han arribado a su establecimiento ilícito.
-Cholo ¿tendrás la última de Ben Stiller? – Vocifera un cliente, un joven que se ha parado a mi lado.
-Por supuesto – dice el gordo -. Acá la teníamos antes de que la terminaran de filmar.
La mayoría de los reunidos suelta una risotada.
-A ver pruébala cholo, porque la vez pasada te pedí shrek y me diste un dvd musical de Cher.
Las risas se vuelven contundentes. El gordo prueba un dvd y confirma que la película es la de Ben Stiller. El joven cliente le extiende al gordo un billete de 20 soles, el gordo los recibe y le da algo más de 40 soles de vuelto.
-Estás regalón gordito – le dice el cliente -. Te pago con 20 y me das vuelto de 50.
El gordo hace un respingo y entra en cuenta de su confusión, sólo atina a rascarse la cabeza y contar su plata.
-Está bien que parezcas un equeco, pero no es para que andes regalando tu platita – dijo el honrado cliente. - ¿No me vas a agradecer? – añadió.
El gordo pasó por alto el honesto actuar de su cliente, viró hacia mí y me preguntó si ya había elegido alguna película.
-Bien mal agradecido eres cholo, ah – recriminó el joven honesto -. Ta que uno en el Perú no puede ser honrado caray.
El gordo, algo azorado, emprendió un balbuceo que traducido al castellano sería: Gracias, gracias flaco. Los demás vendedores permanecían riéndose viendo sonrojarse a su robusto patrón quien no tuvo mejor idea que extenderle la mano a individuo honrado en clara señal de agradecimiento.
-Ahí nomás, ahí nomás – dijo el cliente, apartándose un poco -. No seas confianzudo tampoco pues gordito. Tampoco me vas a venir a querer dar esa mano que te la habrás metido quién sabe donde.
La risa fue general, el gordo cabizbajo aceptó su derrota.
-Gordo, antes de irme – dijo el joven cliente -. ¿No tienes la nueva película peruana?
-No flaco – dice el mofletudo vendedor -. Sí la tenemos, pero para apoyar la producción nacional no la vendemos hasta que salga de cartelera.
El cliente honrado partió riéndose. Yo elegí una película algo prístina que me pareció interesante por la foto, el gordo en un acto mecánico sacó el dvd que le pedí de una gran caja, no le dije que me pruebe la película, ya había sufrido mucho el gordo, decidí confiar en él, sin saber que por buena gente regresaría horas más tarde a reclamarle por haberme vendido cualquier cosa menos lo que le pedí.

1 comentario:

  1. jaja pobre gordito, lo que me da curiosidad es saber que libro estabas leyendo con tanta dedicacion.... n.n!

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