sábado, 10 de julio de 2010

That it´s all in your head.

Hoy voy a caminar. Es un largo trayecto, kilómetros, si acaso, y la noche está fría y desangelada, pero qué más da, hoy no quiero subirme a un micro pulgoso del transporte público, tampoco quiero tomar un taxi y que un chofer trasnochado me hable del mundial, esta noche prefiero caminar y hacer el recorrido de la vida hasta mi casa y entre tanto pensar tranquilo.

Barranco es horrible, y peor un viernes. No sé, la gente pululando, la disque bohemia limeña, las discotecas venidas a menos, las callejuelas oscuras y llenas de pirañitas e indigentes tirados en el piso, un cuadro decadente.Paso por el puente de los suspiros y pienso en lo huachafo que suena decir “puente de los suspiros”, me río cavilando y luego veo de reojo el vacío, estoy a gran altura, a varios metros del suelo. Me gustaría tirarme, dejarme caer y morirme. Sin embargo, no tengo la valentía para hacerlo, ni pensarlo, nunca me atrevería.

Pienso una vez más en el suicidio, o dicho de una manera más bonita, pienso en que mi vida debe terminar porque no tengo nada que hacer aquí, en este lugar, en este tiempo. Si tuviese un arma en la mano me la pondría apuntando a la cabeza o quizá adentro de la boca para no fallar y luego quedar penosamente lisiado. Pondría mi dedo en el gatillo y pensaría muchas cosas, muchas, pero menos en disparar, ya lo dije, soy cobarde, no me atrevería.
Se me ocurre una genial idea para llevar a cabo un disparo con una pistola frisándome la lengua, meterme una orgía de marihuana y coca, y meterme tanto de todo hasta estar bien alunado y alucinado e idiotizado, que livianamente tomaría el arma y la dispararía risueño nomás, con la misma cara de tonto que tuve en mis mejores épocas.

No siempre pienso en matarme o cosas así, hoy he pensado en todo eso porque, no sé, algo vi o algo escuché que me frustró mal. Rumié angustias, que en este país es difícil ser talentoso y valer la pena, no importa cuanto escriba porque nadie me va a leer, no tengo el trabajo que me gustaría tener, no estoy ni cerca del camino hacia cumplir los sueños de toda mi vida. Carajo, quizá deba chuparle la pinga a alguien para lograr mis metas. La gente que triunfa es la que chupa las pingas adecuadas. Qué asco con este país.

Un detalle importante, si hay algo que cae sobre mis hombros cual roca inconmensurable, es que sé que nunca seré famoso, lo sé y para un narcisista saber eso es igual a saberse con sida, ¿me dejo entender? Sé que no lograré fama porque el circo que es el arte en Perú es un circo de asentamiento humano, donde los artistas son gente improvisada-chupa-pinga-correcta, que así como salen en la tele también pudieran estar vendiendo golosinas en los carros.

Voy llegando a Miraflores, el cariz cambia un poquito. Se me antojan unas chelas, un roncito con los amigos, un vodkita con mis carnales, pero, ¡coño!, sí pues, no puedo chupar hasta tiempo indefinido porque otra vez me estoy drogando con antidepresivos que me hacen mierda por dentro y que me dopan y me hacen soñar, cada noche, que es el fin del mundo. Maldito psiquiatra, en el fondo sé que me mientes, en el fondo sé que lo mío no tiene cura.

Camino como un zombie con pasos errantes, perdido entre la multitud, triste porque mis esperanzas ya han languidecido, triste porque ni la música ni la literatura pudieron salvarme, triste porque no quiero ver a nadie ni hablar con nadie, y menos con mi familia que no tienen idea de en qué estoy. Y de repente, ¡chucha, las once, hora de tomar el Clonazepam!