jueves, 7 de abril de 2011

Un Minuto Caliente

Estoy en plena fila, seguramente la fila más corta de mi vida. Somos siete u ocho bastardos. Siete u ocho devotos sonrientes, tímidos, nerviosos, expectantes, cagándonos en los pantalones, o (no sé bien si los demás) pero yo estoy así.

Nos hacen pasar a una carpa bien armada, una carpa que por dentro es una suite de hotel cinco estrellas, con mozos, luces suaves, mesas llenas de comida, gente pululando apurada de aquí para allá, y allí, en el vértice, los Janes Addiction.

Mientras siento cada paso que doy como uno decisivo en mi vida, voy pensando en que sólo quiero ver a Dave Navarro, solo a él pues él tocó durante años con mi banda lead top: Red Hot Chili Peppers, de cuya unión nació el mejor disco que he escuchado en mi vida y el mejor disco de la banda y el disco más odiado por los millones de fans de los Red Hot, pues John Frusciante no se asomó por allí.

Como es predecible, llevé mi ejemplar del disco, que a propósito, se llama One Hot Minute, y tenía entre los labios ese sabor perverso y maravilloso de hacerle una apología máxima al disco proscrito con el guitarrista proscrito, siendo ambos los mejores funker-punker-rocker que he escuchado y que no me canso de escuchar nunca.

Como la producción del espectáculo de Janes Addicition en la famélica Lima fue deficiente, pues el estadio no se llenó ni por asomo, que va, con las justas unas cuantas personas, mismo concierto de pub barranquino, la banda y sus representantes estaban incómodos, por lo que los ganadores del Meet and Greet contamos con escasos segundos para lamerles los zapatos a los rockstars.

Así que no desaproveché el tiempo y apenas entré a la carpa corrí al regazo de Navarro y lo miré así, helado, frío, temblando las piernas, y las pocas frases en inglés que había estado entrenando durante todo el día se me fueron como arena entre las manos.

-Hola, Hi, Dave, I am a big fan… please, can you…firmar… can you sign this?

Le dije, alargándole mi ejemplar del One Hot Minute.

Navarro tuvo la gentileza de aceptar firmar el disco, a pesar de que no era un disco de la banda con la que había venido, y a pesar de que él no terminó en buenos términos con los Red Hot. Tuvo esa delicadeza y entre tanto yo me acerqué un poco a él y le canté el coro de una poderosa canción del disco, “My friends”.

-I love, all of you, hurt by the cold…

Navarro sonrió y yo, sin parpadear, aproveché para tomarnos una foto y captar el momento mágico, el minuto caliente.

-Thanks, Dave… I am a big fan. Ehhhh, ahhhh… I love you.

Navarro se rió, seguramente por mi deficiente manejo del idioma inglés, o por la notable cara de idiota que traía, y luego puso uno de sus puños justo delante de mí y se quedó así un buen rato. Yo entendí la idea y vi chocar mi puño contra el suyo, que estaba tatuado con unas letras indescifrables. !Magia!

Alguna gente de su producción anunció el final del Meet and Greet y la banda se fue por una puerta agazapada entre el lugar. Entonces recién ahí, cuando el encargado nos dijo “ya, chicos, vamos saliendo”, recién ahí entendí lo genial que había sido todo, la locura que acababa de vivir y, sobretodo, que todo había sido verdad, que no estaba soñando y que sí pasó lo que pasó.