Es la pregunta que me hago, a veces, cuando mis propios conatos-antítesis -del amor imperante ubicuo , anegados de dureza y altivez, decaen, flaquean, me abandonan; entonces, es ahí cuando yo ya no me creo mis propias teorías, mis propias filosofías de vida, mis propias intenciones reales, quedando así inmerso en la más profunda y confusa soledad.
La vida, el destino, el azar, aún no sé que me azuzó a pensar como pienso, a creer como creo, a querer como quiero –de una forma demasiado egoísta-, a dictaminar, de manera perentoria, que yo no estoy capacitado para adentrarme en un idilio abnegado-desprendido-respetuoso-duradero, y no morir en el intento.
Es que no creo en las formalidades, en querer bajo presión, en las conminaciones amatorias, en las restricciones sociales, en estar atado a alguien. Aunque, para ser sincero, admiro –y, por qué no, dejémonos de hipocresías, también envidio- a esas parejas con las que me topo a veces, que, con todo y sus reyertas y escaramuzas, se ven bien, contentos, felices. ¿Raro no?
Lo sé, soy consciente y lo acepto, estoy condenado a esa hermosa y tremebunda posteridad: a ser libre y autónomo, a ser intemperante como soy y no sentirme mal por ello, a no estar atado a nadie, a hacer lo que me dé la gana y no negociar mis actos; pero, a la vez, a sufrir la soledad conspicua, esa que te causa la ausencia de un amor verdadero.
La vida, el destino, el azar, aún no sé que me azuzó a pensar como pienso, a creer como creo, a querer como quiero –de una forma demasiado egoísta-, a dictaminar, de manera perentoria, que yo no estoy capacitado para adentrarme en un idilio abnegado-desprendido-respetuoso-duradero, y no morir en el intento.
Es que no creo en las formalidades, en querer bajo presión, en las conminaciones amatorias, en las restricciones sociales, en estar atado a alguien. Aunque, para ser sincero, admiro –y, por qué no, dejémonos de hipocresías, también envidio- a esas parejas con las que me topo a veces, que, con todo y sus reyertas y escaramuzas, se ven bien, contentos, felices. ¿Raro no?
Lo sé, soy consciente y lo acepto, estoy condenado a esa hermosa y tremebunda posteridad: a ser libre y autónomo, a ser intemperante como soy y no sentirme mal por ello, a no estar atado a nadie, a hacer lo que me dé la gana y no negociar mis actos; pero, a la vez, a sufrir la soledad conspicua, esa que te causa la ausencia de un amor verdadero.
Es que lamentablemente Julius uno no puede encerrar su corazón ante un sentimiento que uno no sabe cuando llega, no puede decir no tengo corazón así yo solo me quedo y a nadie doy explicaciones con el amor nada que ver.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarle dije a cupido que conmigo se tome unas vacaciones q tome unos buenos aires y consigo se lleve su flechas y que se demore en regresar porque después de los tarados, melosos, hielitos y tímidos y alucinados con quienes me flecho ya quiero descansar sali de una relación para empezar otra y de allí tener al entorno preguntándote por el tarados casi el 70 % del día, saber q el meloso me cambio por otra a quién con ella esta planificando su boda para el próximo año, mi mejor amiga con amistades cercanas te dicen cada rato te voy a presentar amigos o te molestan con x persona solo porque estas sola.
ResponderEliminarPor eso cupido conmigo se fue de vacaciones porque le obligué, pero yo se que regresará, no estoy resentida con él y ya no quiero a ningunos de ellos son el pasado y cada quien esta haciendo su vida aunque varias veces mis amigas no me lo quieren mencionar sus nombres para no hacerme recordar, pero yo sigo mi vida y cuando cupido regrese se hará una nueva historia, pero ya no seré la misma.