lunes, 15 de septiembre de 2008

La Coca de mi Vida.

No sé como di a parar en aquella feria artesanal. El lugar es grande, el piso está lleno de tierra, un gran toldo diáfano cubre los no pocos puestos de venta, se puede oír música andina por doquier. Camino algo confundido entre compradores, curiosos, chullos, ponchos multicolores y kin–kones acopiados en grandes rumas. Echo un vistazo a los llaveros y adornos con motivos andinos que se ofrecen en uno de los puestos. ¡Lleve sus llaveros inca, casero, los llaveros de la suerte, los llaveros del saber!, me ofrece un tipo de avanzada edad que está a cargo de un negocio. Ahí nomás, maestro, sólo estoy mirando, le digo, los ojos clavados en la infinidad de huaquitos con cadenitas que vende.

Avanzo rumbo a la salida, invitado por un fuerte olor que no estoy dispuesto a aguantar por mucho tiempo. Camino rápido. Cerca de la puerta atisbo de soslayo uno de los últimos puestos de venta: una mujer ya mayor y ventruda, vestida con un sinnúmero de polleras y un poncho que me imagino representa el arcoíris, arrellanada en el piso, sobre una manta con más colores aún, me llama la atención. ¡Hola joven, te leo tu suerte, joven!, me dice la mujer, mirándome a los ojos. Alargo la mirada y oteo el negocio que resguarda aquella mofletuda adivinadora: una mesa llena de brebajes, plantas de todo tipo, crucifijos y cuadros de algún Cristo aperuanado y varios equecos millonarios, con muchos billetes a cuestas ubicados estratégicamente.

Te leo tu suerte, pues, joven, te leo tu coca, ataca nuevamente la adivina en cuestión. ¿Qué cosa es lo que lees?, le pregunto algo incrédulo. Tu coca, pues, en la coca clarito sale tu vida, precisa la mujer, señalando unas hojas de coca; a cinco solcitos sale la leída, añade. Nunca me he sometido a una de esas personas que dice saber (y poder) predecir, pronosticar y augurar el futuro de los demás, siempre me pareció charlatanería pura. Sin embargo, esta vez es distinto; quizá por la maldita curiosidad que me subyuga, o por el hecho de que no sea la típica gitana espuria con cartas indescifrables y hablando con un dejillo español. Lo cierto es que acepto la invitación de la mujer con polleras multicolores y entro a su precario negocio.

Ven pasa para acá, me dice levantando una cortina hecha de más trapos multicolores. Entro algo nervioso y azorado a la vez; huele a hierbas; hay una pequeña mesa y una silla. Asiento, joven, asiento, me dice la adivina, yo voy acá en la tierrita nomás. Tomo asiento en una añeja banca de madera, la mujer se deja caer al piso y se arrellana en él como puede. Luego toma un puñado de hojas de coca en sus manos, pronuncia unas palabras, me imagino que en quechua, y tira las hojas al viento, las cuales caen lentas y zigzagueantes a la mesa. Yo permanezco inmóvil, mirando el ritual que se efectúa delante de mí.

Mira, pues, joven, dice la mujer, acá sale todititita tu vida. La miro expectante, ella continúa: veo que te gusta salir, te gusta tu vacilón, estás dejando de lado tus estudios por tanta calle. Me río asintiendo, como dándole la razón. Estás comiendo mucha grasa, me dice sin dejar de escudriñar las hojas sobre la mesa, pura chatarra eres. Se hace un silencio. ¿Cómo estoy de plata?, le pregunto apurado. Veo que te va mal, joven, paras despilfarrando la plata, guarda pan para mayo, me recomienda; junta tus cobres. Dime más, digo inquisidor, qué hay del amor, de la amistad. Veo rupturas, joven, veo llanto, veo traición, veo desamor a causa de viajes, parece que viajas, joven. Caray, suspiro.

Pero no todo es maluco, me dice ella, llegas lejos, eres ingenioso, eso te va hacer triunfar, veo triunfo. Sonrío envanecido, por fin algo bueno; pienso qué más preguntarle, no se me ocurre nada. Son cinco soles, me recuerda la mujer, cortando mi devaneo. ¿Qué ya, tan rápido?, me sorprendo; dígame algo más, añado. Si quieres saber más, son cinco soles más, dice, ya no tan amable. Sonrío reticente; entonces ahí lo dejamos -digo- le haré caso, ya no dilapidaré mi dinero. Saco una moneda de cinco soles y le pago, me paro y salgo apresuradamente de aquel cuartucho.
¿No quieres que te pase el cuy, joven?, alcanza a preguntar, a gritos, la mujer. No, seño, ahí nomás. Limpiecito te irías con el cuy, me dice. No, seño, para la próxima, digo pasando apurado hacia la salida.

Camino extrañado, sin poder dejar de pensar en las predicciones de aquella rolliza adivina, ¿cómo supo que no me importa la universidad, que me va mal en el amor y que me encantan el Mc Donald´s?

4 comentarios:

  1. Aunq sea para que tengas un comentario =).....no esta mal pero hubiera estado mucho mejor si hubieras dicho con quien fuiste a esa feria ¬¬ ... adios

    ResponderEliminar
  2. Hola amigoooo!!! que tal alos años oye men cheverasooop! loco la forma en que ves la vida..!!! me impacto nunca pense que tuvieras esa forma de pensar y esa forma de interpretar las cosas por que en realidad tiene mucho sentido bueno amigo te dejo un coment cheveree!! ehhh pa ver cuando me voy por lima pa encontrarnos con toda la people peppers jejejej ! bye amigo cuidate mucho suertee locoo!

    Sodorhcp!

    ResponderEliminar
  3. jajaja paja...donde estaba esa feria ahh?? locasoo!! en serio te acerto? manyaaaa...tabas de suerte ajaja...pero que estafadora esa vieja jajaja

    ResponderEliminar
  4. #Post renovado por ser uno de los más visitados según "Livw Traffic Feed" #

    ResponderEliminar

¿qué opinas al respecto?