jueves, 15 de enero de 2009

Verano al norte.

Estoy a punto de viajar a Trujillo, me parece una manera adecuada de saldar la cuenta por haber estado los últimos meses metido en el departamento escribiendo como un loco la novela, lucubrando tropelías, mientras el resto de mis amigos veraneaba en las playas del sur. Estoy viajando por vía terrestre, en un autobús que me cobro una suma importante de dinero por el pasaje, lo que me dio la certeza de que sería un viaje seguro. Subo al vehículo y me dejo caer en el asiento doce, para mi buena suerte, el ocupante del asiento once no llega, el carro parte y yo voy echado ocupando los dos asientos, privilegiado y cómodo, ganándome la envidia de los demás pasajeros.

Llego a Trujillo y me hospedo en casa de mis abuelos, una casa grande, en medio de un barrio sosegado donde el tiempo parece transcurrir en vilo, agonizante. Se siente un cariz extraño, que, a diferencia de Lima, hace de esta ciudad un lugar sin apuros, sin complicaciones, donde hay una tranquilidad desmesurada que acaricia al residente y asfixia al visitante, por lo que pronto me siento aburrido y, qué va, arrepentido de estar aquí.

Mis abuelos, tan amorosos, tan afables, me atienden de maravilla, me consienten, me preparan comidas típicas y pantagruélicas; las mismas que no como porque odio, me disgustan, extraño el Mc donald.

Mi Laptop no logra entrar internet, no tiene señal; me siento incomunicado, apartado del mundo, varado en un lugar donde no conozco a nadie; de no ser porque no veía a mis abuelos hace casi tres años me sentiría un idiota por estar aquí.

Ha pasado un día, dos primos míos llegan a casa de mis abuelos, son jóvenes, sólo un poco mayores que yo; me dicen para salir, para ir a la playa; acepto de inmediato, aunque sé que, dentro de unas horas, rojo de la quemadura y salado por el agua, me voy a arrepentir. Safamos rápido a una de las playas más conspicuas de Trujillo: el mar es tranquilo y limpio; el cielo despejado; no pierdo el tiempo y logro otear a las no pocas chicas lindas en bikini. De pronto los bríos vuelven a mí, me pongo como loco por tantas chicas lindas. Mis primos no parecen tan crispados como yo, ellos están jugándose bromas tontas, contándose chismes familiares, ajenos a mi deseo por abordar a las muchachas en trajes escuetos.

Tres chicas opulentas en atributos y bastante agraciadas se instalan a unos pasos de nosotros, tiran sus toallas y luego se echan a tomar sol; lo que me derrota en mi intento por mantener la calma y la cordura. Les digo a mis primos para ir a hablares; me dicen que no, que son chibolas, me recomiendan que no sea tan loco. Pero a veces no puedo evitar ser así de loco con chicas así de lindas.

Sin importarme nada más, me paro y voy hacia las chicas, no sé que les diré, no sé cómo reaccionarán, sólo avanzo hacia ellas con mi traje de baño de los red hot chili peppers y mis grandes lentes oscuros. Hola chicas, cómo están, por casualidad tendrán hora, fue lo que se me ocurre decirles. Las chicas me miran incrédulas, los veraneantes me miran pensando que soy un idiota, mis primos me miran pensando que soy aventado después de todo, y yo sólo espero a que las chicas en bikini se rían de mi pobre intento por hablarles.

Pero no se ríen, me miran llenas de mohines, yo temo lo peor, una de ellas saca su celular de un bolso y me dice la hora; me siento algo aliviado. Luego me pregunta a quemarropa: ¿de verdad sólo te acercaste hasta acá para preguntarnos la hora? Obnubilado divago un poco, pienso mi respuesta, pienso en que estas chicas sí que están buenas y menos mal que no se dan cuenta que las estoy viendo con fruición porque estoy con lentes oscuros; finalmente les digo: ¡no! Sólo lo inventé para acercarme y hablar un poco, para conocerlas, yo no conozco a nadie aquí, soy de Lima. Luego me sentí un tonto, debí haberles dicho algo más halagador. Otra de las chicas, una de bikini anaranjado, seguramente la más bonita, me dice que bacan, que por qué no me siento a tomar sol con ellas. Yo acepto encantado, me dejo caer en la arena a su lado, mis primos me miran atónitos, los veraneantes me miran envidiosos, y yo sé que ya no me aburriré más en Trujillo.

8 comentarios:

  1. Ahora entiendo porque es que te demoras tanto en volver...
    Te encomio(ta q ridiculo suena hablar asi mas bonito es decir TE ENVIDIO),yo tambien quiero viajecito es mas creo que hasta lo necesito pero bueno...
    Oe vuelve calaco!deja de estar fisgoneando a las chicas! me debes una xeliñas!! y la inaguracion de tu depa :D..!

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  2. Que bueno que las chicas al notar tu ineptitud como conquistador no te hayan expectorado, suerte!

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  3. Jajajajaja hasta el culo Julio! como vas a pedir la hora, eso fué demasiado APAZA!

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  4. jajajaja HASTA EL CULO! como vas a pedir la hora pues!!! veo q no has aprendido nada en todo este tiempo... eso fué demasiado APAZA jajaja

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  5. brother las flakas ni te voltearon a ver.....xq eres floro??

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  6. Jaja obviamente las mujeres mas lindas son de Trujillo jajaja me alegra que conozcas la ciudad de la eterna primavera,,,..CDt mucho y q disfrutes harto tu viaje..Lu

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  7. Provecho con las vacaciones el solo el mar el verano en sí haa q rico después de un año enterito de estudiar enel taller bien prvecho, claro pues mientras tu allí disfrutando de las vagaciones uno como moratl trabajando como burro negrandose para poder pagar las chucherias de lso famosos catálogos de moda y aprendiendo más en la chamba me la paso esclavisada todo el día sin ver la luz ni el sol, relacionandome con mis posibles futuros compañeros de trabajo y claro puess relajando mis ojitos de solterita con los postulantes de medicina q estan muy buenos fisicamente y economicante lastima q son menores de edad si no seria otra cosa jaaaa .
    PROVECHO PARA LOS Q NO SE BAÑAN...ME GUSTARIA SER UNA DE ESAS PERSONAS ...

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  8. lecherooo, suertudoo

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