sábado, 14 de mayo de 2011

Pequeños Placeres.

Comer las migas briosas de un pan recién horneado, dejando para los tardones un cascarote medio quemado y sin gracia, eso lo hacía desde niño, es una de las primeras rebeldías que me recuerdo. Ser políticamente de izquierda porque todo el mundo es, y está de moda, ser de derecha, es una de las últimas que se me viene a la mente.

La vida puede ser corta o larga, pero asumo que sólo será buena si nos dejamos llevar por los peligrosos, azarosos, asombrosos e imprecisos caminos de los pequeños placeres que están ahí, en nuestro entorno, en derredor, en dormir con la televisión prendida, en bajarte del colectivo sin pagar, en levantarte cinco minutos más tarde, en sacarle la vuelta a tu enamorada.

Debo decir que, pensándolo bien, los pequeños placeres terminan por ser “los grandes placeres”, y por tanto los que, al final, dictaminan si una vida fue buena o no lo fue.

Recuerdo algo, hace poco conseguí un trabajo, y dejé atrás un largo período de noctambulo escritor y vagabundo diurno, para ser un oficinista de corbata, camisa y oreja sin arete. Ese paso lo asumí como una rebeldía hacia mí mismo, por tanto fue una victoria y un placer esa mudanza de carácter, rutina y vestuarios.

A los pocos meses, ahíto totalmente de toda responsabilidad para con la pujante empresa que contrató mis servicios, decidí darme un nuevo placer (y si acaso uno de los más conspicuos que me recuerdo), y consistió en visitar al jefe en su oficina, discutir sobre cosas mías y cosas suyas, y finalmente decirle cara a cara, de tú a tú, que renunciaba, que gracias por todo, que no, que ahí nomás, que no quiero pensarlo bien.

Siempre encuentro, por ejemplo, un placer sórdido al darle la contra a alguien, a alguna persona, a alguna conversación, a alguna idea, a algún argumento, por más verídico y sustentado que fuese, siempre es rico llevar la contra y jugar a ser abogado del diablo. Me gusta, debo admitir, ver a los demás irritarse, enfurecerse, encolerizarse, sufrir y terminar por explotar, angustiados por no poder convencerme de sus ideas. Es una forma linda de sentirte más listo que el resto.

Es un gratísimo placer hablar de lo que no se sabe. Es grato y muy útil. Siempre encuentro circunstancias, conversaciones, entrevistas, tertulias, donde se habla de no sé qué, de política internacional, o de autos, o de futbol, o cosas por el estilo que no sé o sé muy poco. Pero si hay algo que sé, es que nadie sabe nada, que nadie sabe todo; por eso, siempre intervengo en las discusiones e invento nombres, lugares, acontecimientos, hechos tragicómicos, los mismos que siempre me hacen quedar como un tipo bastante culturizado.

Sabrán disculpar la confidencia, pero sobre placeres debo decir que no hay como hacer el amor sin usar engorrosos-apestosos-malhadados profilácticos; comer muchos chocolates en diferentes horas del día; flirtear y calentarse; hacer muchas visitas al Mc Donalds; acudir a lugares varios en calidad de invitado; dormir cuando el sueño dicte y perder la noción del tiempo; cholear a alguien, negrear a alguien y sentir que eres mejor que algún otro.

Finalmente la conclusión previsible: vivir sintiendo el placer recorriendo nuestros cuerpos, sentir ese vientecillo acogedor cuando gozamos y hay una alegría perversa en nuestro ser, como me sucedió al escribir dos libros, dos nada menos, a los que yo les digo novelas cuando en realidad son catarsis, testimonio, biografía y venganza.

Recuerdo que una vieja enamorada se molestó conmigo porque leyó el manuscrito de mi segunda novela y casi me la tiró en la cara, enfurecida, alegando que en ella hablaba de un romance entre su mejor amiga y yo. Obviamente, indignado, negué todo y reclamé que ponga en tela de juicio mi capacidad creativa, pero en el fondo gocé paladeando que haya advertido todo y que haya conocido más de mi pasado clandestino.

Hay que regalarse un poco de placer, y el momento adecuado es ahora, ahora o nunca, pensemos, pues el mañana siempre será una ruleta rusa. Y, al final, una frase que me encantó y conmovió “hoy puede ser el mejor día de tu vida, si así lo quieres”.

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