viernes, 1 de octubre de 2010

Golpes Bajos.

Caminando en el espeso bosque del Olivar sucedió. Valeria y yo veníamos de unas oficinas, en San Isidro, donde fui a ver cómo van las ventas de mis libros. Vale me esperó y luego me invitó al Mc donald´s, y se portó de las mil maravillas conmigo, hasta que por desgracia cometí la impertinencia de decirle para ir a caminar por el parque El Olivar, y la impertinencia de decirle un par de cosas más estando allí.

Caminamos tomados de la mano por las espesuras del parque, y en eso aparecieron de la nada dos chiquillas, así, todas gringuitas y puteriles, y entonces yo las quedé viendo embobado, reducido por la fruición que me provocaban, y entonces le solté la mano a Valeria (digamos que para proyectar una imagen más disponible a aquellas féminas), y ella vio a las chicas sonriendo, y me vio a mí babeando, y ¡faltaba más!: me metió una gritada brava y bien sazonada argumentando que era yo un pendejo mal.

Yo, obviamente, me hice el desentendido y “no, amor, me picaba la mano, por eso te solté, para rascarme bien, pues” –le dije, y Valeria, ni tonta, no me creyó nada y a cambio puso cara de querer mandarme de ida y sin retorno a la mierda.

Luego, mientras caminábamos ensimismados, cada uno rumiando cóleras, pasaron por los arbustos del Olivar dos ardillas que retozaban con carisma. Yo me las quedé mirando y, enternecido, porque esos animalillos me procuran ternura, les silbé y les hice quecos y entretanto Valeria me lanzó una mirada inflamada, una mirada de que la explosión era inminente.

Valeria me dijo que yo era un idiota, un imbécil, un hijo de puta. Yo le dije que por qué diablos se molesta conmigo sólo por jugar con aquellos roedores. Ella, siempre memoriosa, siempre al tanto de todo, me dijo que no olvidaba que yo tuve una enamorada a la que cariñosamente le decía ardilla. Yo la quedé viendo desorientado y no supe qué decir, sólo la miré y escuché con paciencia, pues entendí que debía escuchar sus diatribas por tan enredada conclusión que asumió.

Valeria, al ver que no le respondía los insultos, trató de ir más allá, trató de ofenderme con cosas más serías. Así que, sin dejar de lanzarme sus peores miradas, me dijo que era yo un vago, un fumón y un misio. Me jodió escucharle dichos adjetivos (quizá no tan distantes de la realidad). Como venganza sólo atiné a decirle: “amen”.

Ella se ofuscó más, se enfureció. Entonces me dijo que era yo un misio, un bueno para nada, un muerto de hambre. Eso fue un poquito mucho, ¿no?, entonces, irritado, le dije que ella era una mantenida de mierda, una hueca, una bruta. Ella sonrió cínicamente, como si le hubiese dicho cosas falsas, y luego arreció sus injurias.

Valeria me dijo que yo siempre seré misio, que no tengo nada de talento para escribir, que mi libro le da pena, que es un remedo de libro, que me moriré de hambre escribiendo libros tan malos. Ella sabía que eso me dolería como nada, lo sabía y lo dijo, y, en efecto, me dolió.

Yo, a sabiendas de que Valeria venía haciendo una estricta dieta hace días, privándose de comer para bajar de peso, le dije que estaba gorda, que había engordado, que la veía más rechoncha y más panzona. Yo sabía que eso le dolería y acerté, en efecto, le dolió, se puso a llorar.

No por estar llorando dejó de arremeter contra mí.

Me dijo que era yo un pezuñento, que me apestaban los pies. Lo dijo recordando un infausto día en que yo llegué a verla después de jugar un partidito de fútbol, y cuando fui a buscarla y me calateé para hacer el amor, expelí un olor asesino y malhadado; aquel día ambos nos reímos del tema, pero ahora ella le daba una vigencia absoluta calificándome como un perpetuo pezuñento.

Entonces me crispé, porque, coño, pezuñento es una palabra muy fuerte, ¿no? Incluso me hizo rememorar a un ex compañero de banda: el indio Roberto, a quien apodábamos indio no sólo por su aspecto físico, sino por las olorosas humaradas verdes e indigestas que perpetraban sus sufridos pies mientras él alegremente tocaba la guitarra.

Entonces yo, vejado, le dije a Valeria que, acá si alguien apestaba esa era su mamá. Así se lo dije: “acá la que apesta, por lo metiche y jodida y malacara, esa es tu vieja”. Ella rompió a llorar con mayores bríos y me dijo que eso era todo, que terminamos, que ya no quería estar conmigo. Yo le dije que así mejor, que se largue y termine sola y amargada como su mamá. Ella enfureció y entonces ¡pum!, me tiró una patada muy cerca a la zona urogenital. Yo me retorcí de dolor y entretanto ella se marchó llorando, cubriéndose el rostro con las manos.

Arrodillado en el piso, mientras las ardillas revoloteaban a mi alrededor, traté de comprender lo denigrantes que pueden resultar los golpes bajos entre dos personas ofuscadas que dicen quererse.

10 comentarios:

  1. oye escritorcillo de quinta, sabes? leyendo tu blog me da una pena tremenda tu existencia... que cagón eres autopublicando que vas a chequear cuántos libros has vendido... acaso te crees paulo coelho, og mandino o bayly para creerte la gran cagada? hasta ese pederasta de beto ortiz escribe mejor que tu y no se echa tantas flores por las webadas que escribe... y encima mas patetico eres anunciando en facebook que "ya has escrito un nuevo post" para que las mongolitas de tus amigas te respondan que escribes como la putamadre y ni ellas mismas te leen... te doy un consejo, en vez de gastar tu tiempo escribiendo webadas dedicate a bañarte, cortarte el pelo y usar perfume porque de seguro debes apestar a pastrulo de basurero bajo el puente... y con tus dos o tres neuronitas que aun no terminas de quemar, de seguro que te alucinas el truman camote... ja ja ja ja... de qué facultad saliste oye asnito.. seguro que de la san martin porque solo esas bestias se alucinan la gran mierda... pero que más allá de abono para jardines no sirven.. ja ja ja ja!!!!

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  2. me llegan al pincho los maricones que censuran su blog.... como tu!

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  3. jorge villanueva,me he divertido a mares leyendo tu comentario, tanto como tu escribiendolo!
    saludos

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  4. jorge 2 (no sé si eres el mismo del primer comentario)... ¿de qué censura me hablas??
    saludos

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  5. julius siempre un caballero "desasnando" a la choledad!!!!

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  6. queee envidiooso jorge!!!!
    un beso

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  7. Cual envidioso, oye huevas tristes... que se "desasne" tu amiguito primero... primer asno oficial de USMP, basurero y lacra donde pululan toda clase de bestias que apenas saben escribir su nombre o de mamones que solo se arrodillan a sus amiguitos "por lo bien que escriben" y que temen decirles que lo que han hecho todo este tiempo es en realidad CACA.

    PD.- Y SI, SOY CHOLO A MUCHA HONRA CARAJO... PREFIERO QUE ME DIGAN CHOLO A SER UN HUEVON ACOMPLEJADO Y ALIENADAZO QUE ESCUCHA MUSICA CAGONA EN INGLES Y TIENEN EN SU HI5 O FACEBOOK FOTOS COJUDAS HEDONISTAS EN PLAN DE BORRACHOS O PUTAS.

    POR CIERTO DIANA... DEJA DE SER PUTA, YA?

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  8. no es necesario que digas que eres CHOLO y A MUCHA HONRA, con solo leer como escribes eso se nota, pues no puedes decir tres palabras sin caer en un lenguaje de callejonero. Pero no te preocupes, ese mal lo tienen muchos peruanos.
    Otra cosa, yo soy de la de lima y noto al toque que eres un resentido mal, está bien que seas cholo y de seguro estudies en una academia de la av arequipa, pero ten mas respeto, ya?
    es todo

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  9. La de Lima = huevas con plata pero sin cerebro

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  10. Lo que más me da risa de este resentido, es que comenta mis post asumiendo que yo le he confiado mi diario con mis más profundos secretos...
    oye mequetrefe, la literatura es ficción, y este blog es un blog de literatura, ya?, no estás leyendo tu trome o tu aja!!! Acá hay entradas de literatura, busca en google lo que es eso.
    por último y para que no sigas dando pena con tu pobre nivel, el cual demuestras con abierto entusiasmo, creo que estarias más cómodo en un blog de farándula o de cumbia... =)

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