lunes, 15 de marzo de 2010

Tú lo eres todo.

Doy un paso más sobre la autopista angustiosa, sobre el asfalto desolado, sobre esta madrugada incipiente. Miro en derredor y un vacio me angustia, y un vacio me conmueve. Cada paso es más profundo, más significativo, cada paso me aleja de ti y es por eso que cada uno es más intenso que el anterior, porque magnifica tu recuerdo, porque me hace recordar lo maravillosa que eres.

Tus calles, que voy dejando atrás, lucen vacías, no hay autos, no hay personas, no hay vida. Es tarde, lo sé, me lo dijiste antes de partir, por eso tuviste la generosidad de darme dinero para un taxi. ¿Otra prueba de amor?, ¿otra prueba de cariño?, no sé, dímelo tú, yo no tengo palabras para describirlo.

Sigo alejándome y las pinceladas de tu cariño se acentúan sobre el lienzo protervo que es mi alma egoísta; se acentúan y se enhiestan pronto, más y más, hasta impregnarme de tu candidez, dulzura y afecto, hasta erigir mi lienzo vacío en uno desbordante, en uno colorido, en uno que no puede ser el que yo logré por mis propios medios.

Tengo tu sonrisa rondando por mi memoria, tu sonrisa pueril, tu sonrisa que no es una sonrisa común, que es más bien un mohín único, un rictus sin igual que encanta, que me encanta, que te hace encantadora. Tengo esa sonrisa que aventuraste cuando nos despedimos, la que atrapé agazapado, cuidando que no me descubras, me la guardé cuando te inmortalicé con la mirada en un instante, en el instante preciso, cuando tú te reías.

Elevo la vista y atisbo nubes violáceas, cielos azules, rojos, púrpuras; creo estar viendo mi interior. En la mente trato de retrucar por tanta angustia, por tanto sin sabor, por tanta mierda que me conmina. Pero tú sabes, no eres tú, soy yo. Me detesto, me odio, me asqueo por equivaler decepciones, por significar incertidumbre, por sugerir acanallados sentimientos. Y luego la pregunta de siempre, ¿qué diablos hice para merecerte?

Trato de cerrar los ojos y no pensar en nada, estoy aturdido, camino a paso firme como un ciego que se guía por puro instinto y convicción. Cuando todo está oscuro es que algo melifluo me susurra, musita ante mí, es tu voz, la reconozco de inmediato. Me saludas, me pides un beso, te ríes conmigo. Luego me preguntas si te quiero. ¡Claro que te quiero!, te quiero de forma impensada, y sin embargo, no es lo suficiente, no es lo que merece alguien como tú, no lo es ni un poquito.

Un taxi dobla en la esquina y se acerca a mí apuntándome con las luces de sus faros. Lo siento, lo veo, me ciega la luz. A duras penas extiendo una mano y hago frenar al automóvil. Hablo un par de cosas con el conductor, negociamos un poco. Luego me encaramo en el carrito, cierro la puerta y me pego al cristal de la ventana. Veo tus calles pasar rápidamente ante mí y luego tú lo eres todo.

3 comentarios:

  1. me encanto, me fascino,,,,, es lo maximo =D!

    ResponderEliminar
  2. Leí varias partes varias veces. Tengo una sensación indefinible, lulo. Me gustó, me gustó mucho.
    China

    ResponderEliminar

¿qué opinas al respecto?