lunes, 15 de mayo de 2017

¡Ay, mamá!


Entro a casa apurado, es la tarde del sábado, estoy apurado por cambiarme y salir. En la sala esta

Irmita, concentrada, hipnotizada por el televisor encendido. Irmita, que me conoce años, que me quiere como un hijo aunque no lo sea, que tal vez lo hace porque mis padres le pagan para que haga las labores de la casa, labores como querer a los miembros de la casa; ella que me conoce tanto, decía, sabe que odio la televisión y al verme da un respingo y "perdone, joven, estaba viendo el show de la Chola Cachuca".

 La contemplo enternecido y me le acerco cómplice, "todo bien, Irmita", le digo mientras me siento a su lado. Sé que mañana domingo es el día de las madres y que ella tiene a sus hijos lejos, en la sierra, trato de consentirla al menos en esa pequeñez: "¿Qué ha pasado en el programa de la Chola Cachuca, Irmita, que veo que todos estan llorando?", le pregunto divertido, al notar que varios panelistas vestidos de manera graciosa lagrimean junto a la anfitriona del programa. "Es el especial del día de la madre pues, joven, la Cholita linda está sorprendiendo a sus invitados poniendo fotos con sus mamis en televisión nacional", me explica entusiasmada.

En efecto, mismo reality, trataban de conmover -sin mucho esfuerzo- a los invitados del programa, pues les ponían a cada uno un acopio de fotos junto a sus señoras madres, fotos que -seguramente- en la intimidad de sus casas les arrancarían hasta una sonrisa, pero que allí en ese alicaído set de televisión los quebraban, los hacían tiritar, sobarse los ojos y finalmente confundirse en un mismo abrazo con la Chola, ante el aplauso de los asistentes y el conmovido equipo técnico del programa.

"Dios te me bendiga, Cholita del alma", rezó en voz alta Irmita. "¿Pero qué de milagroso ha hecho?", le pregunté, "¿acaso esos tipos no verán a sus madres saliendo del programa, o es que han pasado a mejor vida?". "Cállese joven, no diga eso, esas mamitas están vivitas y coleando, solo que en tele es así pues, da ganas de llorar", explicó, mientras me señalaba el televisor ya que un enano vestido de mujer estaba a doble pantalla, junto a varias fotos de él con su mamá. -me causó risa, pero no me reí por Irmita. Las fotos de madre e hijo se terminaron y la camara aplicó un zoom agresivo a la cara del enano que miraba lloroso, desencajado, torcido... hizo un silencio y luego no pudo más, rompió a llorar y a abrazar a la anfitriona diciendo en medio de un suspiro "¡Gracias, Chola!", el público estalló en aplausos en el set y luego el enano, secándose las lágrimas agrego más calmado: "viejita espérame con la comida que ya llego y estoy con un filo..."

Irmita aplaudió divertida. Me le quedé mirando fijamente y noté que tenía los ojos vidriosos, que guardaba ganas de llorar, seguramente por tener a sus hijos lejos, o tal vez porque tenía ganas de salir también en el programa de la Chola Cachuca. Me le acerqué y le di un abrazo, sin poder evitar imaginar que estaba en ese horrible programa, esperando que el publico aplauda tan tierna escena. 


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